lunes, 25 de agosto de 2008

LOS SETENTA Y CUATRO COMPROMISOS.

LOS SETENTA Y CUATRO COMPROMISOS.

Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios implican una serie de obligaciones, los que los seres humanos, católicos o no debemos cumplir y de manera convincente y con el ejemplo, los padres de familia debemos hacer del conocimiento de nuestros hijos, para su cabal observancia y respeto.

En mi opinión muy personal son muchos. Ya que si sólo atendiéramos a la máxima de “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan”, tendríamos suficiente para vivir tranquilos.

¿Qué se puede esperar de esta abrumadora cantidad, los setenta y cuatro compromisos, como presunta solución para combatir a la delincuencia organizada que surgieron como corolario de la reunión cumbre del Consejo Nacional de Seguridad Pública celebrada la semana pasada?

Tanto como los diez mandamientos han resultado, estos numerosos compromisos resultarán inútiles y no se cumplirán, mientras los responsables de predicar con el ejemplo no cumplan con ellos.

Buena parte de esos compromisos desde que se promulgo la repetidas veces modificada y violada Constitución de La República, quizá con otro nombre, están inscritos en ella.

Entonces. ¿Cuál es la razón de que hace unos días, se derrocharan enormes cantidades de dinero para que se trasladaran y reunieran con el presidente Felipe Calderón, gobernadores de los estados, miembros de las dos cámaras, del poder judicial, empresarios, etc. Por supuesto todos ellos acompañados de un numeroso grupo de guaruras personales, sin contar con los oficiales, incluidos francotiradores y servicios médicos de emergencia, por aquello “del no te entumas”, para salir con estos compromisos, que de antemano ellos mismos saben que no están dispuestos a cumplir?

¿Cómo brindar un ápice de credibilidad pensando que estos compromisos se cumplirán, cuando muchos de los firmantes no tienen ninguna autoridad moral, por ser haber sido, ser parte y directamente causantes de lo que hoy prometen combatir?

Con mayor autoridad moral, los integrantes del crimen organizado pudieran decirles: “el que esté libre de culpa, que lance la primera piedra”

Pareciera que la palabra IMPUNIDAD repetida varias veces durante el discurso presidencial, se empleara señalando con índice de fuego a la nada, a ninguno de los presentes, incluido el mismo presidente del país, quien desde que inició su actividad política, cuando fue diputado, presidente de Acción Nacional, secretario de estado, candidato y hoy primer mandatario, de alguna manera ha contribuido para que la impunidad se institucionalizara.

¿Qué decir de personajes como El “gober precioso” de Puebla, Mario Marín. De Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca. De Emilio González Vázquez, el beato gobernador de Jalisco? (ignoro si asistió acompañado de su protector espiritual y muy beneficiado Juan Sandoval Iñiguez).

¿Cómo creer en la honestidad del “presidente de las manos limpias”, cuando se las ha ensuciado al haber asumido compromisos ya nada oscuros y tener relaciones muy cercanas con los venales líderes sindicales Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps. (No hablo spanish-inglish. Compuestos sus dos apellidos ¿querrán decir Ratero en descampado?).

¿Cómo confiar en el Comandante Supremo de Las Fuerza Armadas de México, que solapa a sus subordinados, algunos de los cuales han incurrido en delitos varios, incluso asesinatos, que como Primer Mandatario no ha hecho nada aceptable para que se deslinden las responsabilidades administrativas, de conflicto de intereses o éticas, que pudiera tener su secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño?

Felipe Calderón, aún con toda su investidura presidencial, no tiene ninguna autoridad, ni legal ni moral para decir y exigir a los mexicanos: “Hagan lo que yo digo, no lo que yo hago”
Ciudad Juárez, Chihuahua. Agosto 25 del 2008. José Luís Elías García.

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