martes, 6 de noviembre de 2007

TABASCO DEJO DE SER UN EDEN.

Desde la semana pasada la naturaleza ha sido inclemente en su venganza en contra de quienes hemos atentado en contra de ella, desgraciadamente en este caso les ha tocado sufrirla a cientos de miles de habitantes del Estado de Tabasco, que ha dejado de ser un edén.

Insisto y repito, contra los que hemos atentado en contra la naturaleza, porque todos los seres humanos, con excepción de los menores que aún no se valen por sí mismos, conciente o inconcientemente, en el afán de creernos la especie superior, hemos cambiado el entorno natural en el que hemos nacido, hemos crecido, estudiado o trabajado y por desgracia para ella y esos menores aún estamos viviendo.

Que lejos estamos de los tiempos en que no existían los sofisticados aparatos para pronosticar el tiempo. Cuando nuestros abuelos, más certeros y con un mínimo margen de error, vaticinaban cuando iba a llover, algunos basándose en la Luna o en la intensa actividad que las hormigas realizaban para recolectar alimentos y llevarlos a sus hormigueros.

Hoy con las talas inmoderadas de los bosques por quienes se han enriquecido escandalosamente, han desaparecido los hábitat de seres humanos y animales, los pulmones que significaban estos millones de árboles, que al contrario de los humanos, consumían el bióxido de carbono transformándolo en el oxigeno que respiramos.

Con la emisión de gases tóxicos de infinidad de industrias, vehículos, ladrilleras, etc. Así como los deshechos que cotidianamente son arrojados a los drenajes de aguas negras y pluviales (donde los hay). Con el humo de los cigarrillos que cuando no se les mezclaban químicos no eran tan dañinos. Con los derrames de petróleo que la negligencia y corrupción han provocado, hemos contaminado el aire y las aguas.

En castigo La Madre Naturaleza que no perdona, nos ha enviado torrenciales lluvias como nunca antes, aún en lugares donde escasamente llovía. Ha permitido prolongadas sequías y temperaturas elevadas en donde antes se disfrutaban climas templados y desde luego el deshielo en los polos.

Por nuestra estúpida soberbia, aún no somos capaces de reconocer, de corregir nuestros errores y actuar en consecuencia; no obstante los daños muchas veces mortales que se estan padeciendo.

Hoy, cientos de miles de habitantes del Estado de Tabasco por esas torrenciales y sorpresivas lluvias, padecen inundaciones, han perdido sus bienes materiales, algunos sus vidas.

Están expuestos a bajas temperaturas, a contraer, sobre todo los niños y adultos mayores, enfermedades e infecciones producto de las aguas negras que se están mezclando con las de las lluvias.

En principio es necesario que los mexicanos que estamos en mejores condiciones, como ya lo hemos hecho, especialmente los más jodidos, nos solidaricemos con ellos haciéndoles llegar lo que podamos (cobijas, colchonetas, medicinas, alimentos enlatados, granos, agua embotellada, ropa y zapatos, sino nuevos en buenas condiciones, etc.).

En espera que los encargados de los centros de acopio a donde los hagamos llegar para su distribución, actúen con honestidad, no permitiendo acciones de rapiña o como sucedió en el 85, cuando mucha de la ayuda que nos llegó del extranjero, sea repartida como despensas en campañas políticas como se hizo en la de Francisco Labastida Ochoa en el Estado de Sinaloa en 1986.

Pero es de urgente necesidad que una vez que ese problema que los hermanos de Tabasco están padeciendo se resuelva, atendiendo a una parte de nuestro Himno Nacional que dice: ¡Mexicanos al grito de Guerra!, nos pongamos en pie de lucha en contra de esa inconciencia destructiva que puede llevarnos a la extinción y exijamos a nuestras autoridades federales, estatales y municipales el que corrijan sus cómplices acciones de gobierno, obligando a los taladores de árboles a reforestar los espacios en donde las han llevado a cabo y de ser necesario penalizarlos enérgicamente.

Exigiendo a los industriales que adecuen sus instalaciones emisoras de gases y deshechos tóxicos, que instalen sus propias plantas tratadoras de aguas negras y no las arrojen a los drenajes sanitarios o a las playas y ríos

Solo así podremos dejar a nuestros descendientes cuando menos, un mundo como el que disfrutamos de niños, los que hoy formamos parte del numeroso grupo de la llamada tercera edad.

Ciudad Juárez, Chihuahua. Noviembre 2 del 2007.

José Luís Elías García.
El Hombre de La Mancha.

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