domingo, 4 de noviembre de 2007

CUANDO LA PARTERA ES MALA…

Tal parece que la Procuraduría General de Justicia del Estado ya habla y en este caso lo hizo para culpar a los dueños de vehículos, a los adictos del incesante robo de automóviles y a los deficientes sistemas de seguridad de los mismos, según nota aparecida en un periódico local.

Es indiscutible que como padres de familia y como sociedad en general, somos culpables y acepto la culpa que me corresponde, de que existan tantos niños y jóvenes de la calle que son inducidos u obligados a consumir drogas y que para satisfacer sus adicciones tienen que robar y delinquir muchas veces violentamente.

De igual manera somos culpables de que existan algunos diputados, que con sus legislaciones y aprobación de leyes absurdas, propicien que el robo de autos no sea un delito grave, por lo que los ladrones de autos salen libres bajo fianzas de cantidades irrisorias.

Somos culpables de que existan abogados y jueces que amparados por estas legislaciones, las aprovechen para aplicar la ley a su conveniencia, que si bien es cierto los obliga, también es cierto que con la responsabilidad que tienen de servir a la ciudadanía, bien pudieran inconformarse y reclamar a los diputados las absurdas leyes que decretan.

Y también somos culpables al permitir sumisamente el que existan agentes ministeriales y policías municipales que corruptamente integren, lideren y protejan bandas de roba coches.

Desde luego somos más culpables por no reclamar la protección que jefes de policías preventivos, coordinadores de ministeriales, sub procuradores (as) y procuradores (as) de justicia proporcionan a estos delincuentes.

En fin, los dueños de vehículos y la ciudadanía somos culpables de todo, por lo que la Procuraduría General de Justicia del Estado tiene toda la razón en esa declaración al culparnos.
Los ciudadanos que disfrutan de sus cincuenta años de vida o más, seguramente recuerdan cuando nuestros padres dejaban los envases de vidrio de un litro, en los que se surtía la leche que si era leche, al frente de la casa y el importe de la misma. Que en la mañana siguiente, muy temprano pasaba el lechero, surtía el lácteo y en su caso dejaba el cambio correspondiente.

Deben recordar también cuando por las tardes de calor, la familia nos sentábamos frente a nuestros domicilios a “tomar el fresco” sin el temor de morir acribillados por sicarios al disparar a sus contrarios.

Cuando no necesitábamos enrejar puertas y ventanas para protegernos de rateros y delincuentes.

Cuando conocíamos a los llamados “policías de barrio” y que de niños soñábamos con ser policías por el respeto y la autoridad que inspiraban.

Así mismo deben recordar que las drogas que se producían en nuestro país eran para exportación, no para consumo nacional, menos para que las consumieran niños ni adolescentes.

¿Qué nos pasó, por qué permitimos que gobernantes, funcionarios, políticos, procuradores, jueces, militares, policías judiciales federales, estatales y municipales se involucraran en este negocio que antes era exclusivo de los narcotraficantes?

Definitivamente es enorme nuestra culpa y debemos pagar el castigo que nos corresponde.

Ciudad Juárez, Chihuahua. Noviembre 1º. Del 2007.


El Hombre de La Mancha.

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