sábado, 19 de junio de 2010

LA TORTUGA Y EL PESCADOR. (cuento)

LA TORTUGA Y EL PESCADOR. (Cuento con fines ecológicos).

Una tarde a finales de la primavera, un humilde pescador que habitaba en una playa del Océano Pacífico, como todos los días salió antes del amanecer para ir de pesca, trabajo que le permitía alimentar y vestir a su esposa y educar a sus dos hijos.
Había trascurrido bastante tiempo y ya al anochecer no había pescado nada. A punto de llegar al cansancio por tanto lanzar su tarraya sin éxito arrojó la última. No transcurrió mucho tiempo cuando sintió que había capturado algo.
Grande fue su sorpresa cuando al subir la pesada tarraya a su barcaza, se dio cuenta que había capturado una tortuga marina de grandes dimensiones (nunca le había tocado capturar una tortuga). Muy feliz se dijo: ¡Vaya, valió la pena el esfuerzo y la espera!
Empezó a hacer alegres cuentas de lo que obtendría con el producto de su venta. Pero antes de ello, dejaría una parte de la carne para que su esposa preparara unos ricos platillos para la familia.
Pero se llevó una gran sorpresa cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que de momento no ubicó, ya que se encontraba solo en medio del mar.
Hermano pescador, ¿sería posible que antes de seguir con los planes que pretendes llevar a cabo conmigo, me escucharas unos minutos?, le dijo la enorme tortuga.
Casi se desmaya cuando se da cuenta que era ésta quien le hablaba.
No temas, no estás loco, además estamos tú y yo solos, nadie nos escucha, volvió a decirle la tortuga.
El pescador balbuceando, muy incrédulo le dijo que la escucharía.
Mi especie hace millones de años que existe y mientras ustedes nos pescaban para consumir nuestra carne no teníamos problemas, pero desde hace mucho, atribuyendo falsos poderes energéticos a nuestros huevos y a nuestra carne, los han robado de nuestros nidos impidiendo que nazcan nuestros hijos. Además, ahora nos pescan para comercializar nuestra carne y por esa pesca desmedida que muchos pescadores han llevado a cabo con mis hermanos y hermanas, estamos a punto de desaparecer de la tierra.
Te ruego, te suplico que me dejes vivir. Que me regreses al mar. Me capturaste cuando iba viajando a una lejana playa en donde debo de depositar mi más de medio centenar de huevecillos, de los cuales habrán de nacer casi la misma cantidad de hijos e hijas mías.
¿Cómo voy a dejarte ir, si eres lo único que he logrado pescar en muchas horas de estarlo haciendo? Además, ¿qué van a comer mi esposa y mis dos hijos si suelto?, y por último, ¿cómo puedo estar seguro que es verdad lo que me dices, que vas a lejanas playas para tener tus crías?

Tienes razón le dijo la tortuga. No puedo esperar que un ser humano como tú, confiara en una tortuga como yo, y que no acabes conmigo, si entre ustedes no confían y se acaban a si mismos.
Sin embargo, a cambio de mi vida y la vida de mis hijos, te propongo lo siguiente: Vamos a tu casa, recoges a tu esposa y a tus hijos y te invito a que viajemos a las playas en donde tengo que colocar mis huevos. Te aseguro que será muy divertido e ilustrativo para ti, tu esposa y tus hijos.
Sería una gran experiencia para ustedes, conocerían lugares fabulosos, que parecen un paraíso terrenal. En muchos de ellos jamás ha estado un ser humano. Hermosos lugares en donde la naturaleza reina en todo su esplendor.
¡Eso es imposible! repuso el pescador. Tú misma me has dicho que esas playas se encuentran muy lejos, no podría remar tanto, me moriría de cansancio y mi familia faltando yo, moriría también por falta de alimentos.
¡Escúchame bien! Yo soy muy fuerte y en el agua, avanzo más rápido que en tierra. Cuando tú te cansaras de remar yo remolcaría tu barcaza. Además cuando tuvieran hambre, yo te indicaría dónde lanzaras tu tarraya para que pescaras lo necesario y nos acercaríamos a las playas para que tu esposa preparara lo que pescaras y se alimentaran.
Puedo asegurarte que si aceptas lo que te propongo, sería una experiencia maravillosa para ti y para tu familia. Conocerían bellos lugares, a otros seres humanos, a diferentes especies de animales que no conocen y cómo conviven entre ellos.
Pero lo más importante, tus hijos aprenderían a vivir en armonía con la naturaleza, a obtener lo necesario para vivir sin alterar su entorno y sin destruirla.
Con ese conocimiento tú y tus hijos podrían vivir con menos enfermedades, entregarle a tu descendencia un mundo mejor para vivir que en el que ahora viven.
El pescador no muy convencido aún, le dijo: “Tendría que comentarlo con mi esposa y si ella estuviera de acuerdo aceptaría tu ofrecimiento”
Muy acertado de tu parte al querer contar con la opinión de tu mujer, eso me dice que eres un jefe de familia responsable. Te felicito por ello, le respondió la tortuga.
¡Entonces vamos a casa!, dijo con entusiasmo el pescador.
Al llegar a la playa la tortuga le dijo al pescador: Yo te espero en tu barca, cúbreme con la tarraya para que no me vea nadie y me lleve.
El pescador una vez que llegó a su casa llamó a su esposa y a sus hijos y les indicó sentarse a la mesa. ¡Voy a comentarles algo sorprendente que me sucedió hoy en el mar!, les dijo, una vez que estuvieron sentados.
Todos escucharon muy atentos hasta el final la sorprendente narración que el pescador les hizo. Sus hijos con gran alegría, una vez que escucharon todo, de inmediato le dijeron al unísono: ¡Padre, acepta lo que la tortuga te dijo y partamos de inmediato a esos lugares a los que te invita a acompañarla!
¡Esperen, esperen! Necesitamos reunir provisiones, llevar agua, lo necesario para cubrirnos y utensilios de cocina para preparar comida durante el viaje.
Después de cenar, prepararon lo necesario y una vez reunido lo indispensable, se encaminaron a la barca donde pacientemente les esperaba la tortuga, a quien el pescador le presentó a su familia.
Mi esposa y mis hijos están de acuerdo en que te acompañemos. Descansaremos un rato y antes del amanecer partiremos, le informó a la tortuga el pescador.
Aún estaba oscuro cuando iniciaron el viaje y después de unas horas, cuando la tortuga se dio cuenta del cansancio del pescador por haber remado mucho, le dijo que le amarrara el extremo de una cuerda a su caparazón y el otro a la barca, indicándole que luego la regresara al mar para remolcarlos.
Cerca de mediodía, cuando el pescador despertó, la tortuga le dijo donde echara la tarraya para que pescara algo y comieran.
Cuando tengan hambre me dicen, me acercaré la playa, para que preparen la comida les dijo la tortuga.
En el largo recorrido hasta la playa donde la tortuga debía desovar, el pescador y su familia, cuando se acercaban a tierra para cocinar y comer, tuvieron un sin fin de oportunidades de conocer bellos lugares, con una variada y preciosa vegetación.
El hijo mayor le preguntó al pescador: Padre, ¿por qué donde vivimos no está tan bonito como los lugares a los que hemos llegado?
Fue la tortuga la que le respondió al hijo del pescador. “Porque estos lugares no han sido habitados por los seres humanos, quienes no han sabido aprovechar lo que la naturaleza les brinda sin más costo que el recoger sus frutos, cazar y pescar con medida, únicamente para comer y obtener lo necesario para vestirse y educarse”
Además de que no somos cuidadosos cuando encendemos fogatas y por ello provocamos incendios que destruyen lugares tan hermosos y frondosos árboles en donde anidan diferentes especies de aves, plantas y pastos que sirven de hogar y de alimento para algunos animales, remató el pescador.
De igual manera en ese recorrido, admiraron espectaculares atardeceres, bellas noches de luna en un cielo lleno de estrellas, sin la contaminación de las ciudades que les permitía observarlas con toda claridad.
Fue así que después de muchas semanas de remar por tiempos, para luego ser remolcados por la tortuga, de pescar, de acercarse a las playas para comer y descansar, de admirar las bellezas naturales de los lugares a los que llegaban, llegaron a la playa donde la tortuga iba a depositar sus huevos para que nacieran sus crías, llegaron a su destino casi al oscurecer. De inmediato, la tortuga le pidió al pescador que le retirara el mecate con el que había remolcado la barcaza.
El y su familia con gran asombro vieron que varias tortugas ya estaban excavando en la playa para depositar sus huevos, y poco tiempo después, con sus aletas, con mucho cuidado, los cubrían con la arena que habían sacado al hacer el nido y regresaban al mar.
A lo lejos, el pescador se dio cuenta que se acercaba un grupo de lugareños que cargaban unas cajas e iluminándose con unas lámparas manuales se acercaron a los nidos de las tortugas que ya se habían ido y después de retirar la arena, recogían los huevos y los metían en las cajas.
El pescador se acercó lo más posible, pero pensando que eran de los que robaban los huevos para venderlos, se retiró poco tiempo después, ya que como eran varios más que él, no quiso correr ningún riesgo.
La tortuga, una vez que terminó de desovar le dijo al pescador: “Comprobaste que no te mentí y pudiste ver que muchas mamás tortugas como yo, venimos hasta este lejano lugar para depositar los huevos en los nidos que hacemos, de los que una vez transcurridos poco más de dos meses nacerán nuestras crías.
Solo espero que la temperatura en los nidos sea la adecuada para que en esta eclosión nazcan más hembras que machos.
¿Qué temperatura se requiere para que eso suceda?, preguntó el pescador.
Si la temperatura del nido es de 32 grados centígrados, nacerán hembras, pero si la temperatura es de 28 grados, nacerán machos, lo ideal es una temperatura que se mantenga al momento de la eclosión en 32, un poco más de tiempo y luego baje a 28 grados, para que nazcan más hembras que machos.
Bueno, tengo que marcharme. Fue muy satisfactorio hacer este viaje acompañada por ti y tu esposa y tus hijos. ¡Cuídense!, son una bonita familia. Les recordaré por siempre.
¿Las vas a dejar solas como las otras tortugas?
¡Claro que sí! Porque si nos quedamos corremos el riesgo de ser capturadas por otros pescadores menos responsables que tu. Además de que con nuestra presencia delataríamos la ubicación de los nidos y robarían lo huevos, mismos que se comerían o venderían y nuestras crías no llegarían a nacer.
¿Pero ellas qué van a hacer solas, quién les dirá como llegar al agua? Preguntaron los niños.
La tortuga muy paciente les respondió: “No se preocupen pequeños, nuestra Madre Naturaleza en su inmensa sabiduría, les ha dotado del instinto que les orienta y permite dirigirse al mar, donde habrán de luchar para sobrevivir y sólo los más fuertes, capaces y decididos, habrán de superar todos los obstáculos para llegar a la vida adulta y a su tiempo reproducirse como lo hice yo en esta ocasión”
El pescador le dijo a la tortuga: “Yo te permití vivir y te acompañé en este largo viaje para que tú pudieras llegar a este lugar y depositaras tus huevos, y para que a su tiempo tus crías pudieran nacer” ¿Cuánto tiempo les lleva el salir de los huevos?
“Te dije que poco más de dos meses”, le respondió la tortuga.
Bueno, me toca a mí hacerte ahora una propuesta. No. Más bien es pedirte un favor.
Esta ha sido una maravillosa aventura para mí, para mi esposa y mis hijos, le dijo el pescador. Te ruego de todo corazón que esperes hasta que tus crías nazcan. Así, cuando lo hagan, todos las acompañaremos en el viaje de regreso. ¿Qué me respondes?, le preguntó el pescador.
¡Imposible!, le respondió la tortuga. Es mucho tiempo para quedarme aquí. Ellas no necesitan de que las acompañemos, ellas saben como llegar a dónde tienen que llegar. Además, y lo que podría ser peor como te dije, al verme otras personas pueden enterarse dónde está mi nido y robarse los huevos, impidiendo que muchas de mis crías pudieran cumplir con su ciclo de vida.
Por eso no te preocupes, entre mi esposa, mis hijos y yo, construiremos una casa de madera y hojas de palma para vivir mientras tus crías nacen, y tu te quedarás con nosotros y te cuidaremos. Incluso me acompañarás a pescar para alimentarte.
La tortuga no muy convencida, pero dispuesta en reciprocidad para con el pescador por haberle salvado la vida y acompañarla en el viaje, decidió satisfacer su propuesta, quien deseaba que sus hijos vieran cuando sus crías nacieran, aceptó.
Así transcurrió el tiempo. Todos los días en la mañana, el pescador y la tortuga salían en la barca a pescar, mientras que su esposa y sus hijos recorrían los lugares cercanos, en donde había unos acantilados desde donde caía en una impresionante cascada una deliciosa agua cristalina que escurría de las montañas y formaba una poza donde disfrutaban de un reconfortante baño mañana y tarde; para luego recoger jugosas y variadas frutas para complementar su alimentación.
Por la tarde cuando llegaban la tortuga y el pescador, sus hijos ayudaban a descargar lo que habían pescado, encendían la fogata con todo cuidado, como les había enseñado su padre para no ocasionar un incendio.
Después de que la esposa del pescador preparaba la cena y comentaban acerca de las gratas experiencias vividas durante el día, los hijos apagaban la hoguera y todos se retiraban a la improvisada cabaña para descansar.
Una tarde después de cenar, le dijo la tortuga al pescador: “Hoy, en cuanto se meta el Sol empezarán a salir del nido mis crías, las que de inmediato se harán a la mar. Mañana en cuanto amanezca, podremos regresar al lugar de donde vinimos. Será un largo pero muy satisfactorio viaje, como el anterior.
Los hijos del pescador al escuchar esto, corrieron al arroyo cercano donde se encontraba su madre lavando los utensilios en los que había cocinado, así como los platos.
¡Mamá, mamá! Hoy en la noche empezarán a nacer las crías de de la tortuga, gritaban jubilosos. ¿Podemos dormirnos hasta que ellas nazcan y caminen hacia el mar?, preguntaban casi suplicando.
¡Claro que sí mis pequeños adorados! Hoy será una noche especial y vamos a disfrutarla con mucha alegría. ¡Será una experiencia maravillosa! Ayúdenme a recoger los platos y cacerolas para ir a reunirnos con su padre y nuestra amiga la tortuga; juntos esperaremos ese gran acontecimiento.
Esa noche a diferencia de las anteriores en que se acostaban temprano, todos estuvieron despiertos.
Cuando la luna estaba en todo su esplendor, iluminando todo el entorno en el que se encontraban el pescador, su esposa, sus hijos y la tortuga, quienes para no asustar a las crías se mantenían a una prudente distancia, poco a poco vieron salir a las pequeñas tortuguitas, quienes de inmediato se encaminaban hacía el mar y desaparecían en él.
Sin embargo, por estar cuidando que las crías recién nacidas de su amiga la tortuga llegaran hasta el mar, no se dieron cuenta, ni pudieron impedir que las crías de las otras tortugas fueran capturadas por las aves y animales depredadores que se alimentan con ellas.
El pescador, que de nuevo vio a lo lejos a unos sujetos que llegaban con unas cajas, iluminándose con unas lámparas y se acercaban a los nidos. El pescador se acercó un poco más para comprobar si eran los mismos que se habían robado los huevos de las tortugas cuando llegaron. Con gran sorpresa se dio cuenta que eran los mismos; pero no eran ladrones. Estos estaban poniendo cerca de las olas a las tortuguitas recién nacidas que sacaban de las cajas.
Eran protectores de esta especie en extinción, que sin importarles los riesgos a que se exponían, al tratar de impedir el saqueo de los huevos de tortuga de parte de los peores depredadores, los seres humanos. Los recogían, artificialmente los incubaban y cuando nacían las crías, las llevaban a las playas para que iniciaran su ciclo vital.

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¡Papá, despierta, papá!
Al escuchar los gritos de sus hijos, el pescador que muy cansado de tanto haber lanzado la tarraya desde antes de que amaneciera, una vez que la subió con su escasa carga de pescados, se había quedado dormido (Las olas arrastraron la barca hasta la playa donde su esposa y sus hijos lo esperaban), despertó de su sueño muy satisfecho y con alegría les dijo: Ayúdenme a amarrar la barca y a descargar los pescados que capturé. En casa, mientras cenamos les contaré una historia muy bella, acerca de las tortugas y cómo debemos cuidarlas para que vivan por muchos años.

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Información adicional.-

Existen varias especies de tortugas. Tortugas marinas, tortugas de agua dulce y tortugas terrestres, y pertenecen a la familia de los quelonios.
La tortuga Laúd, una de las siete especies marinas que existen de mayor peso, hasta 540 kilos, y difieren de las tortugas de agua y terrestres, por su incapacidad para retraer su cabeza dentro del caparazón y en la modificación de sus patas por aletas natatorias y se alimentan solo de medusas.
Las tortugas marinas más conocidas son la tortuga verde, la tortuga carey o falsa caballona y la tortuga boba, que pertenecen a una misma familia y la tortuga laúd, que pertenece a otra familia distinta, que es la de mayor tamaño, como ya se dijo, alcanza un peso de 540 kilos, la conformación de sus aletas les permite emigrar a lugares lejanos.
Las tortugas marinas viven sobre todo en aguas cálidas y son buenas nadadoras.
La tortuga boba habita en las aguas costeras de los mares tropicales y realiza grandes migraciones en la época reproductora.
La tortuga falsa carey o caballona es la quelónida de gran tamaño, pues llega a pesar 200 kilos y medir un metro veinte de longitud, a esta especie se le puede encontrar desde el Caribe hasta el sur del Atlántico Americano.
La olivácea o bastarda, es la tortuga de menor tamaño, con apenas 75 centímetros de longitud, habita en los mares de las Guayanas y en la costa de Chiapas.
La famosa caguama mexicana o tortuga lora vive en el Golfo de México y anida en las playas del Estado de Tamaulipas.
La tortuga verde, llamada así por el color de su grasa, aunque ella es de color castaño. Es de nadar rápido, capaz de alcanzar 32 kilómetros por hora de velocidad. Emigra desde las costas del Brasil, para reproducirse en la pequeña isla de Ascensión, a unos 3,340 kilómetros de distancia en el interior del Atlántico y puede encontrársele en todos los mares cálidos del mundo. En ocasiones llega a las costas del norte de Estados Unidos y de Europa. Igualmente es considerada una especie accidental en las costas de la península Ibérica, las Islas Baleares y las Canarias.
Cuando las tortugas llegan a su lugar de destino y se arrastran por la playa de arena para enterrar sus huevos, ellas y ellos son presa fácil de los depredadores, en especial los cazadores de tortugas que aprecian mucho su carne y sus huevos, así como para venderlos, especialmente a la tortuga verde.
Debido a la reducción de las zonas en donde hacen sus nidos para depositar sus huevos y su mortandad al ser presas, capturadas por las redes de los pescadores, la tortuga verde y la del pacífico, se encuentran al borde de la extinción, en tanto la tortuga laúd se considera una especie amenazada.
Por fortuna, aunque no de manera suficiente, existen personas preocupadas por la supervivencia de las tortugas, que han creado centros de resguardo tortugueros, cuya función es proteger de los depredadores a los huevos previamente recolectados, que son depositados en nidos artificiales, a los que se les da un cuidado constante, vigilando su humedad y temperatura.
También se lleva un registro de la fecha de su recolección, del número de huevos encontrados en cada nido, del tiempo que duró su incubación y el número de tortuguitas que nacieron de cada nido, para así poder constatar el porcentaje de supervivencia.

Tortugas de agua dulce.

Una de las familias de tortugas de agua dulce contiene la mitad de las especies de este orden. Estas tortugas se caracterizan por poseer patas parcial o totalmente palmeadas y por tener caparazones planos, hidrodinámicos, ambos rasgos les ayudan a bucear y a huir bajo el agua.
Con todo, varios géneros pertenecientes a esta familia se han adaptado a la vida terrestre y poseen un caparazón arqueado, más característico de las tortugas de tierra. Entre ellos se encuentra la tortuga caja americana, la cual goza de la protección adicional de poseer un plastrón articulado que le permite el cierre completo de su caparazón.
En los ríos de México y de Estados Unidos, se encuentra la gigotea elegante, con su caparazón decorado con dibujos negros sobre fondo oliváceo. Las patas y la cabeza muestran unas atractivas franjas anaranjadas y amarillas.
Otras especies de este género se localizan desde América Central hasta Venezuela, además en las Antillas.

Tortugas terrestres.

Los reptiles de la familia de los quelonios, conocidos como tortugas terrestres, están restringidos en términos generales a una sola familia que vive en tierra firme.
La tortuga mora y la tortuga mediterránea, o tortuga de Hermann, son dos especies, cuyo hábitat se encuentra en España. Ambas tienen el caparazón muy convexo y frecuentan los lugares expuestos al sol.
El caparazón de estas tortugas es alto y abovedado y las partes superior e inferior del de algunas de especies, está equipado con unas bisagras que permite cerrarlo por completo. Las tortugas gigantes de las Islas Galápagos pertenecen a este grupo.
Debido a que su caparazón y las fuertes escamas de sus extremidades, les ofrecen una protección completa, y por lo general, tienen una disposición tranquila.
Las patas delanteras de las especies excavadoras, como las de la tortuga de tierra americana, están especialmente adaptadas para excavar profundas madrigueras subterráneas, que les sirven de abrigo en temperaturas extremas.

Moraleja: Cuidemos a la Naturaleza, para que ella cuide de nosotros. A los animales, a los árboles, pero sobre todo, cuidémonos como seres humanos.

Ciudad Juárez Chihuahua. Junio 19 del 2010.

José Luís Elías García
El Hombre de La Mancha
www.diogenes2008.blogspot.com
C.e. moverelegar@hotmail.com

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