lunes, 21 de junio de 2010

DESPUES DE NIÑO AHOGADO...

DESPUES DE NIÑO AHOGADO…

Casi nueve años después del asesinato de mi único hijo varón, Carlos Alberto, ocurrido el 15 de octubre del 2001, jamás había asistido a un velorio o sepelio, pero a las diez de la noche del lunes posterior a la masacre en Villas de Salvarcar, cuando vi en la televisión que estaban llegando a ese fraccionamiento, carrozas con los primeros dos cuerpos, me sentí impelido, a pesar de la hora y de lo precario de mi salud, a ir a acompañar y a hablar con los padres de ellos que quisieran hacerlo conmigo y manifestarles mi solidaridad por la tragedia que estaban viviendo en esos momentos.

Como juarénses no lo podremos olvidar (menos sus padres y yo, por la misma pena de perder un hijo o hijos, como fue el caso de Luz María y su esposo, que perdieron a sus dos únicos hijos), en ese fraccionamiento asesinaron a mansalva a diez y seis personas, la mayoría de ellos adolescentes, casi niños, deportistas y estudiantes con muy buenas calificaciones, que se habían reunido en una casa prestada, para celebrar un fiesta de cumpleaños de uno de ellos.

Cuando llegué a la entrada del fraccionamiento, me di cuenta que estaba sitiado por policías municipales, cipoles, federales y militares, con sus armas en posición de anotar. Un militar me detuvo, preguntándome ¿qué a dónde iba?

Tal como soy, y muy encabronado por lo que había pasado, con mi forma de hablar, que me dicen que lo hago muy golpeado, le respondí: ¡Ha chingado!, ¿qué ya no se puede circular libremente por la ciudad sin avisar o pedir permiso?

Quizá por ello, el soldado me respondió: “es que estamos vigilando para saber quien entra y quien sale”

Envalentonado por su respuesta le repliqué: Eso hubieran hecho antes de que pasara esta tragedia, ahora resulta muy ridícula su presencia aquí. Cuando le dije esto, el militar se retiró un poco y me dijo pásele.

La del título de este artículo, es porque me enteré que durante el velorio del ex presidente municipal de Guadalupe, Distrito Bravos, el Profesor Juan Manuel Lara Rodríguez (quien fuera ejecutado el fin de semana pasado, cuando intentaba entrar a la cochera de su casa, en el fraccionamiento Santa Teresa, aquí en Ciudad Juárez), una veintena de elementos de la policía federal, en cinco vehículos oficiales, entre ellos un camión blindado, vigilaban, situados estratégicamente, en las cuatro esquinas del terreno de la casa del ex alcalde, ubicada en ese poblado.

¿Con su presencia trataron de evitar que llegara otro grupo armado e hiciera de las suyas, como ha sucedido en otros velorios? Porque si es otra la razón, de nada sirve tapar el pozo, después de que el niño se ahogó.

Por más que le busco, no entiendo la manera de actuar de estos elementos de la mejor y más equipada policía, que según su jefe Genaro García Luna, cuentan con armamento y tecnología de punta, además de una inteligencia superior a la de cualquier otra policía mexicana. No se si cuenten con el ISSO-20000.

Los que han sido testigos, o mirones después de que sucede una ejecución, coincidirán conmigo, en que lo único que hacen militares, policías federales, cipoles y policías municipales, únicamente es; desenrollar el listón amarillo para acordonar la escena del crimen, posteriormente se hacen bola unos con otros hasta que llegan los ministeriales y los del servicio médico forense.

Pareciera que tratan de evitar que el cuerpo sin vida de la víctima huya del lugar. Porque, ¿entonces qué cuentas le darían a los ministeriales y semefos? Estos últimos, si que cumplen con su trabajo

Los ministeriales por su parte, antes de levantar los elementos balísticos, colocan a un lado un conito de color amarillo, para que cuando tomen las fotografías sean ubicados. Hacen muy pocas preguntas y si no han llegado los del SEMEFO, los llaman, esperan a que lleguen y se van.

Ya en su oficina, después de llenar los formatos para armar el expediente, y antes de salir corriendo para “atender” otro caso, puedo asegurar que lo arrojan a las cajas que contienen cientos, aumentando el archivo muerto.

No creo que puedan desmentir mis aseveraciones, pues de los miles de crímenes que han sucedido aquí en Ciudad Juárez, no llega a cien los que han resuelto, incluido el de mi hijo, ocurrido hace ya casi nueve años. Además que esto me lo comentó uno de ellos no hace mucho. “No tenemos tiempo ni capacidad para más, señor Elías”

Muchas veces, no obstante que algunos de los testigos, a riesgo de su propia vida (por no saber que tan confiables y que clase de policías son), se atreven a dar datos para la identificación del, o los vehículos en los llegaron y huyeron los sicarios, ninguno de esos ¿policías?, hace lo que debiera de hacer. Como que no hay mandos, todos permanecen mirándose unos a otros, o a los testigos, en ocasiones con una actitud de muy sácale punta tratando de impresionarlos, con una mirada como si fueran muy chingones, pero nada más.

¿Por qué no se organizan, se coordinan, haciendo honor a la coordinación con la que presumen trabajar?

Que solo unos tres, máximo cuatro, se quedaran resguardando el área del crimen, mientras otros dos, atendiendo a la información que recibieron sobre la identificación de él, o los vehículos que participaron y en los huyeron los asesinos, por radio informaran a los elementos que se encontraran cercano al perímetro, para que en sus patrullas recorrieran la zona, en un radio un poco mayor al que los criminales hubieran recorrido, tomando en consideración, el tiempo aproximado en que se dieron a la fuga; revisando los vehículos similares o en los que se transportaran personas en actitud sospechosa, sobre todo a alta velocidad.

Eso sí, sin dejar de echar una ojeada a las casas cercanas que cuentan con cocheras eléctricas, de donde bien pudieron salir y regresar los criminales.

Así mismo, que esta misma información la pasaran a los que andan patrullando en áreas más alejadas de la ciudad.

A su vez, que la comunicaran a los pilotos y agentes policíacos que se trasladan en los helicópteros, para que hicieran lo mismo.

¿Es mucho pedir que hicieran esto, para que así justificaran un poco, el enorme costo en dinero que representa el mantenerlos en esta ciudad?

Yo nunca he sido policía, ni presumo de ser inteligente, solo presumo de tener un poco de criterio y sentido común, producto de que soy muy aficionado a ver películas, en las que diferentes artistas representan las actuaciones de policías de Estados Unidos y otros países del mundo. ¿Se requiere más?

¡Claro!, querer ser verdaderamente policías capaces, eficientes, efectivos, confiables, pero sobre todo honestos, para que los mexicanos, en este caso los juarénses, pudiéramos confiar en ellos y respetarlos por su trabajo: El salvaguardar nuestra integridad física.

Ciudad Juárez, Chihuahua. Junio 21 del 2010. José Luis Elías García.

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