lunes, 22 de diciembre de 2008

EL SEGURO POPULAR.

EL SEGURO POPULAR.

En septiembre pasado obtuve mi adscripción al Seguro Popular no contributivo. La persona que me lo entregó, me dijo que tenía que acudir al centro de salud más cercano a mi domicilio. Así lo hice. Acudí al que está ubicado en lo que era una casa de dos recámaras un baño y una sala muy reducida, por la calle Uva, entre Centeno y Avena, en la colonia El Granjero, que estaba abarrotada por personas y niños de ambos sexos.

Después de una hora me dieron cita para que asistiera a consulta el ocho de octubre de este año a las diez de la mañana, pero que debía estar media hora antes. Puntual como soy, llegué a las nueve y media. Un anuncio muy visible en la sala dice: “Paciente que llegue diez minutos después de su hora de cita, será programado para otra” A las diez y media, cuando aún no me atendían, le dije a la secretaria: “Señorita, atendiendo a ese anuncio, que debo hacer si ustedes tienen media hora de retrazo para atenderme”, fue entonces que me dijo que pasara para que me examinaran.

Soy diabético y desde hace tres meses padezco de un fuerte dolor muy constante, al parecer por una piedra que traigo en la vesícula. Una enfermera me tomó la presión, con un glucómetro midió mi nivel de azúcar, me pesó y me dijo que esperara a pasar con el doctor.

Pasó otra media hora de espera y nada. Le pregunté a la secretaria a ¿qué horas iba a pasar con el doctor? En cuanto salga la persona que está atendiendo, me respondió. Pero una señora que llevaba a un menor, se metió al consultorio sin decir agua va. Antes de que cerrara la puerta le dije al doctor que me habían citado a las diez para consulta y ya tenía más de una hora de retrazo. Primeros son los niños, me dijo. De acuerdo doctor, pero hay cerca de veinte señoras con niños, ¿si tengo que esperar a que ellas sean atendidas, por qué no me citaron para en la tarde?, primero son los niños, insistió. Me regresé a casa.

El lunes 15 de este mes, el dolor me llegó de manera muy intensa, por lo que a las cinco y media de la tarde acudí al Hospital General, donde después de media hora me dijeron que primero tenía que pasar al centro de salud ubicado en la calle Juárez y Vicente Guerrero, en donde supuestamente dan servicio hasta las diez de la noche.

Llegué a ese centro de salud a las seis cuarenta y cinco. Estuve esperando veinte minutos en la ventanilla de atención, en donde ya estaban dos personas también. Se acerca una conserje limpiando el piso y le pregunto: Señora, ¿quién atiende aquí?, La señorita que está afuera con el guardia, me respondió. La señorita estaba chacoteando con el guardia de seguridad. Salí y le dije: “Señorita, estamos tres personas esperando a que nos atienda y usted aquí tan tranquila” ¿para qué, ya no hay cupo para atenderlos?, se dio la media vuelta y continuó con su amena conversación, valiéndole madre.

Me regresé y llegué al Hospital General a las 7:30 de la noche, donde la recepcionista me anotó y me dijo que esperara a que me llamara. A las ocho y media me estaba retorciendo del intenso dolor. Una señora le dijo al guardia que yo me veía muy mal, que por qué no me atendían. Este le respondió: “que se aguante o se vaya a otro lugar” Me encrespé, con dolor y todo le respondí: ¿Quién es usted estúpido para decir eso?, esa no es su función, a lo que una conserje que estaba limpiando le dijo: “pida refuerzos guardia para que lo saquen”, “Ahí están los militares, que los llame, porque solo no creo que se atreva, le respondí.

Las personas que se encontraban ahí, empezaron a protestar y fue así que me pasaron a un consultorio, donde después de diez minutos llegaron un pasante de medicina y una enfermera. El doctor me auscultó, poco después la enfermera me dijo que esperara a que se desocupara una cama para pasarme a urgencias. A las nueve y media me pasaron a urgencias, me dijeron que me desvistiera y me pusiera una bata. Otra enfermera me midió la presión, me sacó sangre, me pidió una muestra de orina y me puso suero con una solución analgésica y me dijo que en cuanto se pudiera me iba a pasar a la sala de Rayos X.

El dolor se atenuó y fue hasta la una de la mañana que me pasaron a Rayos X. A las cuatro de la mañana me dieron de alta, diciéndome que tenía que pagar más de doscientos pesos. Les dije que mi seguro era no retributivo, que se los había dicho y repetido desde que llegué, que no tenía para pagar, que si hubiera sabido que me iban a cobrar me hubiera regresado a mi casa. Vino la trabajadora social y después de decirle lo mismo, autorizó que saliera. Quizá en venganza por no haber pagado, me recetaron una medicina que no existe en el cuadro de venta de las similares y en las otras farmacias cuesta más de trescientos pesos, no la pude comprar.

Se me indicó que acudiera a las ocho de la mañana al Centro de Consulta General a un costado del Hospital de la Mujer, para que solicitara que me viera el urólogo. Acudí a esa hora, estuve esperando una hora y me dijeron que el Hospital no había enviado mi expediente, que volviera al día siguiente a las diez de la mañana. No pude asistir, porque el dolor me regresó.

Estuve soportándolo hasta el sábado pasado, cuando una buena amiga me facilitó un dinero para ir a una farmacia similar donde me dieron medicamentos para el dolor, para que se me dilataran las vías urinarias y un concentrado de ciruela para que pudiera evacuar, porque también estoy estreñido desde hace quince días.

Hoy lunes a las ocho de la mañana, acudí al Centro de Atención Avanzada Para la Salud (CAAPS), en la colonia Águilas de Salvarcar. A pesar de que es un edificio nuevo, con amplias instalaciones, carece de personal suficiente para que el servicio sea más rápido y eficiente, ya que pasé seis horas y media para que me atendieran.

Como en todos los lugares que he mencionado a los cuales he asistido en estos días, el poco personal con el que se cuenta, se queja y está inconforme por la enorme carga de trabajo que tienen que atender.

Todo lo aquí relacionado, que puedo probar, como en otros rubros prioritarios, desmiente totalmente la presunción que el gobierno del estado publicita constantemente en cuanto a sus grandes acciones de gobierno en materia de salud pública, ya que muchas personas tardan horas en ser atendidas y otras ni siquiera son recibidas por falta de espacio y personal, como es el caso del Hospital General, en el que esa carencia y la enorme ola de violencia, que tiene aterrorizada a la población médica y la falta de recursos provoca que un tercio de la población no tenga acceso a estos servicios, siendo perjudicada indirectamente por la violencia.

Espero que el Secretario de Fomento Social en el Estado Oscar Villalobos lea esta crónica de mi vía crucis, para que en lugar de andar haciendo grilla en pos de la candidatura al gobierno de Chihuahua, se ponga a trabajar como debe y por lo que cobra muy buenos billetes, o en su defecto que renuncie y José Reyes Baeza, nombre a alguien quien si quiera atender con eficiencia y eficacia esta secretaría de tanta responsabilidad; tal como él lo anunció en fechas recientes: “Que llamaría a cuentas a todos sus secretarios en materia de trabajo y que quien no cumpliera, se tendría que ir a su casa” El “Güero” Villalobos debe explicar por qué en nuestra ciudad, pone en funcionamiento un hospital infantil, pero para ello, saca a los médicos y equipo pediátrico del Hospital General para llevárselo a ese centro de atención infantil de relumbrón. Tapando un hoyo, pero dejando un enorme agujero.

Ahí tiene bastante tela de donde cortar señor Gobernador.

Ciudad Juárez, Chihuahua. Diciembre 22 del 2008. José Luís Elías García.

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