sábado, 8 de noviembre de 2008

ES NECESARIO MORIR PARA SER MEJOR.

ES NECESARIO MORIR PARA SER EL MEJOR.

Tal parece que sin importar quien se haya sido, cuantas veces se le haya inculpado injustamente o no, que la honorabilidad y honestidad de la familia, en cuanto a su rápido enriquecimiento, presuntamente no muy claro, haya estado en entredicho, basta que un ser humano muera. Si es trágicamente mejor, para que todos, contrarios, compañeros o amigos lo cubran con un halo de santidad y lo conviertan en héroe nacional.

Es claro que ante cualquier deceso humano, por humanismo implícito, remordimientos o conveniencia propia, es necesario tratar de retirar las ofensas inflingidas al fallecido. Que buscando expiar las culpas en que por intereses venales se haya incurrido, se le reconozcan cualidades que anteriormente no se le reconocieron. Completamente de acuerdo.

Pero lo que si resulta evidente, es, que por lucrar con las desgracias ajenas, se llegue a la abyección y a la estulticia, como fue el caso de algunos políticos, que semanas y días antes hicieron cera y pabilo de quien estaba muy bien atravesado en el camino que les frenaba hacia sus objetivos e intereses políticos y/o económicos, pero que hoy, “como dejó de ser un problema”, lo han venido exaltando hasta la más vergonzante exageración.

Sí. Me estoy refiriendo al muy joven exsecretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, quien el martes por la tarde, en un inusitado accidente aéreo, perdiera trágicamente la vida junto al ex titular de Subprocuraduría de Investigación Especializada contra la Delincuencia Organizada, José Luís Santiago Vasconcelos, siete funcionarios más, y más de una docena de civiles que tuvieron la desgracia de encontrarse en “lugar y tiempo equivocados”

En lo personal, yo escribí algunos artículos relacionados con información que obtuve, respecto a las actuaciones, no muy claras, como tampoco muy éticas de Juan Camilo Mouriño, en su gestión como funcionario público, como fue el caso de los más de cien contratos que firmó con PEMEX, en pleno conflicto de intereses. Posteriormente salieron a relucir las presuntas investigaciones llevadas a cabo por el gobierno español, en torno a los negocios de su padre, de quien se dijo, que no obstante haber llegado a México, como clase mediero alto, en muy poco tiempo se convirtió en un empresario multimillonario, tipo Carlos Slim.

Por lo que como dije al principio, no dejo de lamentar su muerte, al igual que las de quienes lo acompañaban y las de las personas que murieron por estar en el lugar del accidente, pero eso no me obliga a que me retracte, mucho menos a considerarlo un héroe y casi convertirlo en santo.

Mi opinión respecto a ese fatal accidente:

En principio considero que dados los antecedentes de riesgo por su trabajo, por amenazas, y cuando menos un atentado que sufrió José Luís Santiago Vasconcelos, de quien puede decirse que su vida tenía precio; fue toda una estupidez de “logística e inteligencia nacional”, que viajaran juntos él y Juan Camilo, independientemente de que haya sido un accidente o un atentado. A menos que la intención haya sido esto último. ¿Pero, quién dentro de los cuerpos de seguridad nacional, tuvo la capacidad, la cercanía, la necesidad y la oportunidad para hacerlo u ordenar que se realizara este criminal hecho? Si así fue, no es muy amplio el espacio para encontrarlo.

Otra estupidez, que afortunadamente no tuvo consecuencias fatales, es el hecho de que en lugar de proteger y protegerse Felipe Calderón, sus guardias presidenciales y su equipo de seguridad, hayan permitido que viajara en el avión hasta el Hangar Presidencial, en el Distrito Federal, sin que antes no se obtuviera conocimiento real y adecuado de la situación en que perecieran los funcionarios federales.

Aunque muy comprensible, por la irreparable pérdida de su mejor amigo y colaborador (su segundo de a bordo), pero de ninguna manera justificable, fue el hecho, que debido a la pena que le abrumaba en ese momento y seguramente le sigue abrumando, haya perdido o delegado el liderazgo que su alta investidura le exige asumir.

Además. Las circunstancias un tanto extrañas en que sucedió “la caída a pique” del Lear Jet, segundos después de haberse contactado con el operador de México Radar, quien le ordenó que pasara a contactarse con el controlador de vuelos de la torre de control del aeropuerto capitalino, quien perdió la comunicación con el piloto. Pero sobre todo, las inmediatas declaraciones del secretario de comunicaciones Luís Téllez, quien sin tener los elementos suficientes, a priori sostuvo que había sido un accidente.

Estas declaraciones, las amenazas que se publicó fueron hechas con anterioridad en contra de Santiago Vasconcelos, quien fue días antes removido de su alto cargo, como consecuencia de haberse destapado la cloaca de la corrupción e infiltración del narco en La SIEDO, aunadas a la falta de la confianza nacional en las autoridades de los tres niveles de gobierno, necesariamente despertaron suspicacias y especulaciones que no han parado, debido a que causaron y siguen causando la impresión de que más que descubrir, se pretende encubrir la verdad de cómo sucedió esta tragedia.

Se ha declarado que no se encontraron residuos de explosivos en los restos de la aeronave. Así mismo, que al avión se le había dado mantenimiento recientemente, que previo al accidente, ambos motores de la aeronave rotaban a alta velocidad antes del impacto. Entonces. ¿Qué elementos hay para asegurar que fue un accidente? ¿Se culpará al piloto y copiloto de haber incurrido en fallas humanas? ¿Se les acusará de Kamikases japoneses o fundamentalistas árabes? De cualquier manera, todo apunta que ese, fue un accidente muy oportuno.

Por otro lado. En una entrevista llevada a cabo por la reportera Adriana Amezcua de la revista electrónica Reporte Índigo, que dirige el reconocido periodista Ramón Alberto Garza, en su edición 106 aparecida este viernes, titulada El Testigo Más Cercano, aparece Emilio Hernández Galindo, piloto de un jet Magnicharters 775, quien venía aproximadamente diez kilómetros atrás, declaró: “A mi me parece que algo tiró a ese avión… Y la única situación, por la cual yo, en mi experiencia, puedo decirte que un avión que se desplome de esa manera es porque explotó. Una explosión de cabina o una falla drástica de controles de vuelo” Porque un avión, aunque tenga una falla mecánica, inclusive de los dos motores, sigue volando. No se le apagan los dos motores y se desploma. Así mismo. Dijo que sintió una turbulencia, una onda expansiva, como la de una explosión, que sacudió el jet que tripulaba, pero si hubo un sabotaje, nunca lo van a decir. Asegura que una turbulencia provocada por un jet que venga adelante, no provoca un descontrol, mucho menos que el avión que venga atrás se desplome, tal como fue declarado por las autoridades “investigadoras”

Algo más. Se publicaron declaraciones de una hoy viuda, en el sentido de que su esposo (fallecido en ese accidente), pasó por ella a su oficina, pero que a ella se le había olvidado su Laptop y que le pidió que la esperara. Que no tardó más de tres minutos en hacerlo. En ese momento todavía no ocurría la tragedia, pero que al salir, ya estaba acordonada la zona del percance. ¡Cuanta efectividad!

Por último. Dentro del gran pesar que le representa esa gran pérdida, Felipe Calderón debe sentirse un tanto liberado de la presión interna y externa, incluso “fuego amigo”, que le significaba el seguir sosteniendo a Juan Camilo en la Secretaría de Gobernación.

De ninguna manera es aventurado asegurar que las investigaciones que se lleven a cabo en torno a esta desgracia, pasarán a engrosar el archivo de CASOS NO RESUELTOS, como entre otros, están las sucedidas al excandidato presidencial Luís Donaldo Colosio en el periodo de Carlos Salinas de Gortari, y la de Martín Huerta en el periodo de Vicente Fox. Porque aspirar a que los mexicanos conozcan la verdad de lo sucedido, es ALGO DIFICIL DE CREER.

Ciudad Juárez, Chihuahua. Octubre 9 del 2008. José Luís Elías García.

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