lunes, 1 de junio de 2009

SOLO FALTA QUE NOS ORINE UN PERRO.

SOLO FALTA QUE NOS ORINE UN PERRO.

Sería absurdo negar el daño político, económico y educativo que setenta años de la dictadura priísta ocasionaron a México, en los que la corrupción estuvo presente en muchos aspectos. Aún así, ha sido peor el daño que desde que se dio la alternancia en el gobierno nacional, con “el baboso de las botas” aparentemente al frente, a quien durante su sexenio le quedaron grandes los pantalones, especialmente en la entrepierna, ya que la arribista de su minúscula esposa, bien que pudo meterle la mano para controlarlo desde su vello púbico.

Todo esto porque muchos mexicanos, hartos ya de los gobiernos priístas y convencidos por su bonachona presencia y la forma en que prometía sacar de Los Pinos a las ratas, víboras prietas y teporacas, creyeron que esto sería una realidad. Pero Oh decepción. El, su querida martita, los hijos de ésta y los cómplices de su gobierno, resultaron peores que los priístas, algunos de los cuales formaron parte de su gabinete.

El engaño social nacional persiste, porque los siempre ingenuos mexicanos volvieron a confiar en otro panista para que los gobernara, en Felipe Calderón Hinojosa, quien en un principio presumió de ser el “hijo desobediente”, e insisto, ilusamente se pensó que éste llamaría a cuentas al gran baboso y se corregiría el rumbo y entonces realmente se tendría un cambio en la forma de gobernar, para que finalmente nuestro país despegara rumbo al primer mundo. Nada, no solo no lo ha hecho así; aparte de que fue poco clara su llegada a la presidencia, pero que debido a las actuaciones posteriores a la elección de Andrés Manuel López Obrador (que en cierta medida “comprobaban” que hubiera sido un peligro para México si llegaba a presidente), se le dio un voto de confianza. No obstante sus acciones de gobierno no han sido las más adecuadas, aparte de que el nombramiento de sus principales colaboradores ha dejado mucho que desear, especialmente en el área de seguridad pública nacional, con Genaro García Luna y Agustín Cartens en hacienda entre otros.

Durante su campaña política, Felipe Calderón hizo una serie de promesas a cumplir durante su mandato; la baja del costo de los combustibles y energéticos, se hizo llamar el “presidente del empleo”, por la cantidad de ellos que iba a generar, reducir el costo de la canasta básica, así como los sueldos de sus colaboradores y funcionarios de gobierno, etc. Algunas de estas propuestas fueron hechas con anterioridad por Andrés Manuel, pero en su momento los panistas les llamaron “populistas”

Nada de esto ha cumplido Felipe Calderón. Al contrario, al inicio de su mandato, de entrada se dio el aumento a la tortilla. Los combustibles y energéticos han aumentado cerca del 25 por ciento, cientos de miles de empleos han desaparecido y en cuanto al sueldo de sus colaboradores, se legisló para que ninguno de ellos gane más que él. Es decir, pueden ganar un peso menos, pero no un peso más. ¡Vaya reducción¡

En su afán por legitimarse, Felipe Calderón emprendió su lucha contra la delincuencia organizada, que por los mortales resultados (la ciudadanía ha puesto el mayor número de muertos) y su poca efectividad, se puede asegurar que la presumida inteligencia militar y la de los cuerpos policíacos presuntamente especializados ha estado ausente desde el principio, ya que no se evaluaron los daños y consecuencias y no menos de tres veces han cambiado de estrategias y de nombre los llamados operativos conjuntos.

En Ciudad Juárez han surgido fuertes rumores de que esta lucha ha sido algo selectiva a favor de un cártel. Se ha dicho que cuando surge un “chivatazo” en relación con este, acuden al lugar señalado, esperan horas para que les otorguen la orden de cateo y cuando por fin la obtienen, entran, encuentran algunas armas y droga, pero curiosa y repetidamente las autoridades declaran que los delincuentes huyeron por la puerta de atrás.

Eso sin contar con las múltiples denuncias por abusos de autoridad, levantones, desapariciones y asesinatos de parte de militares y federales, de quienes se dice, se han trasladado en vehículos oficiales, a los que les cubren los números económicos para que no los identifiquen, argumentando que son delincuentes quienes disfrazados realizan estos delitos para desprestigiarlos. ¿Cómo es posible creer que esto esté sucediendo, cuando en la ciudad se encuentran poco más de ocho mil elementos de estas corporaciones? ¿Dónde está su inteligencia y capacidad para enfrentar a estos delincuentes? A otro perro con ese hueso.

En cuanto al secretario de Hacienda, quien a raíz de la crisis económica estadounidense y consecuentemente mundial, declarara que eso solo era un catarrito que para nada nos afectaría, finalmente ha tenido que reconocer que la recesión ya está afectando a México, no sin antes haber sido “chamaqueado” por los grandes inversionistas, quienes bien se han aprovechado de las subastas de millones de dólares que ha hecho el Banco de México. Hechos que no hablan muy bien de su capacidad para llevar las finanzas nacionales, no obstante los reconocimientos que los gobiernos de algunos países le han otorgado. A saber cuáles serán los costos futuros para nuestro país por estos avales.

Por si fuera poco. A fines de abril pasado, el catarrito, aunque por otras razones se convirtió en una pandemia, ya que se detectó un nuevo virus, en principio llamado Influenza Porcina, luego AH1/N1 y finalmente influenza humana, que puso en evidencia que la atomización de la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia y convertirla en secretarías estatales de salud, en muchos casos manejadas a capricho e intereses políticos de los gobernadores de los estados ha sido un fracaso, ya que en este caso no hubo una coordinación efectiva, mucho menos la información fidedigna que el caso ameritaba y sobre esa carencia se tomaron decisiones, que afortunadamente, como “el burro que tocó la flauta” han venido solucionando el problema.

Eso sin contar que salió a flote, que desde el sexenio anterior está en proyecto y construcción un laboratorio especializado de primer nivel, que de haberlo terminado, las muestras que se enviaron a los Estados Unidos y Canadá para certificar si efectivamente se trataba de dicho virus, se hubieran realizado aquí. Esta situación, si no es una muestra más de la corrupción que impera en México, cuando menos se trata de una negligencia de lesa humanidad todas formas intolerables.

Esas medidas precautorias, se dice que exageradas, si no dieron al traste, si afectaron grandemente la economía, como siempre en perjuicio de los que menos tienen, ya que miles de empleados de empresas de diferentes giros se quedaron sin trabajo cuando menos por diez días. Personas que trabajan, cobran y viven al día.

Estas medidas hubieran sido perfectas, aunadas a ellas, si desde el Presidente de la República, secretarios de estado, funcionarios de segundo y tercer nivel, gobernadores de los estados, presidentes municipales, los cientos de magistrados, senadores, diputados federales, locales e incluso los miles regidores municipales, hubieran aportado el salario que en realidad ganan en esos diez días, estoy seguro que se habría solucionado el problema económico de esos empleados, descansados a fuerza.

Pero esa es una utopía, ya que en ninguno de ellos existe el espíritu y compromiso social para con quienes gobiernan o dicen representar.

Ciudad Juárez, Chihuahua. Mayo 8 del 2009. José Luís Elías García.

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