jueves, 21 de febrero de 2008

RE ABREN ASARCO..

EL EJERCITO EN CIUDAD JUAREZ.

Desde hace ya casi tres sexenios de gobierno en el Estado de Chihuahua y a pesar de las promesas de los en su tiempo candidatos y posteriormente gobernadores, de reducir, si no eliminar los elevados índices de inseguridad pública, estos han venido aumentando considerablemente.

Lo mismo ha sucedido con los ya seis presidentes municipales de Ciudad Juárez, quienes a través de sus directores, hoy elegantemente llamados secretarios de seguridad pública, han dado muestras claras de su incapacidad e incompetencia para otorgarla por medio de una prevención efectiva de los delitos.

Repetidas veces he insistido en que el único responsable de todo lo bueno y lo malo que suceda dentro del perímetro de la ciudad que gobierna, es el presidente municipal, sin que le valga ningún tipo de disculpa o evasivas, alegando incompetencia para actuar.

En una actitud cómoda y evadiendo la responsabilidad que señalo, José Reyes Ferríz solicitó al gobierno federal la presencia de elementos del ejército para que le saquen las castañas del fuego, es decir, para que sean ellos los que se enfrenten a los sicarios de los narcotraficantes que tienen completamente aterrorizados a los habitantes de la ciudad que ¿gobierna?

Si bien es cierto que estos delincuentes poseen armas superiores en calibre y potencia que las que poseen los cuerpos policíacos municipales y estatales, además del poderío económico para comprar la conciencia y voluntad de muchos de ellos, también es cierto que los militares, a pesar de contar con armas equivalentes o superiores, no cuentan con la capacidad de discernir entre que es o no, lo que deben hacer o como actuar, excepto obedecer las órdenes que les den sus superiores y en su afán de cumplimentar las órdenes recibidas, se llevan entre las patas a personas inocentes, como ha sucedido en otros estados de la república.

A nivel local y en los recientes operativos, ya surgieron denuncias de las arbitrariedades que algunos de estos elementos han cometido, como son los casos de incursiones sin las debidas órdenes de cateo en domicilios de personas que ninguna relación tienen con la delincuencia, en donde han secuestrado, si no desaparecido, a dos personas, una de ellas de la tercera edad que padece de diabetes.
Una señora vecina de la mansión que catearon en la calle Rancho Las Cabras en Pradera Dorada, denunció que su casa fue allanada sin ninguna orden de cateo y algunos militares que participaron en el cateo de dicha mansión, saquearon de su casa aparatos electrónicos y otros artículos de valor.

En otro caso similar, en la madrugada llegaron a una casa en el fraccionamiento La Moraleja y sin decir agua va, destrozaron la cochera la puerta eléctrica de la cochera e irrumpieron en el interior y a gritos obligaron a los habitantes, entre los que se encontraban menores, a que bajaran a la sala, mientras ellos subían a la planta alta en donde esculcaron y causaron destrozos, para luego darse cuenta que se habían equivocado de domicilio. ¿Quién se responsabilizará y pagara los daños materiales y morales de esta familia?, que se quedó en completo estado de pánico.

Y contra estos prepotentes y arbitrarios hechos no se puede hacer absolutamente nada, dado que las denuncias contra policías no son atendidas y menos si son contra militares. Además de que se corre el riesgo de sufrir algo peor de insistir en ellas.

Los militares en México están preparados para reaccionar y presuntamente para responder a acciones de guerra, aunque a algunos de vez en cuando les afloran actitudes de rapiña, no están preparados para llevar a cabo acciones policíacas. No estoy en contra de que se encuentren en la ciudad, pero su participación en el intento de reducir los índices de violencia, debiera ser como coadyuvantes, no como cabeza en estos operativos supuestamente coordinados con los otros dos niveles de autoridades policíacas. Que conjuntamente con los policías federales y estatales, apoyaran a los policías municipales, quienes realmente conocen la ciudad y saben perfectamente quien se dedica a este tipo de ilícitos.

Una vez que los policías municipales ubicaran con certeza los domicilios que debieran ser cateados, que los policías y ministerios públicos federales actuaran apoyados por el ejército y los estatales, para evitar que haya equivocaciones; de llegar, catear y amedrentar a familias, para luego salir que no era ese domicilio al que debieron entrar y después de ocasionar daños, retirarse sin ofrecer disculpas ni reparar los daños.

Solo entonces y de acuerdo a los resultados, podría presumirse que verdaderamente estos operativos se realizan coordinadamente, sin incurrir en arbitrariedades y actos de rapiña que obligan a que los ciudadanos desconfiemos aún más de las autoridades, especialmente del ¿Glorioso Ejército Nacional?

Es claro y se acepta que con la intervención del ejército se han obtenido resultados en contra de la delincuencia, que jamás se lograría sin su participación, pero estas acciones que elogian tanto el gobernador como el presidente municipal de nuestra ciudad, contarían con la total aceptación de los juarenses, que a gritos reclamamos la seguridad que pagamos y que desde hace varios no recibimos, si estas se llevaran a cabo con inteligencia, sin arbitrariedades en contra de quienes nada tienen que ver con delincuentes, mucho menos con equivocaciones ni con actos de rapiña como las que se han denunciado.

Pero sobre todo, que la secretaría de seguridad pública haga su trabajo: Prevenir la delincuencia.

De otra manera. Como lo mencioné renglones antes, resulta muy cómodo para el Secretario de Seguridad Pública Municipal, Guillermo Prieto Quintana el mirar los toros desde la barrera, ya que a pesar de su presumida larga experiencia, su ineficiencia en su principal función, prevenir los hechos delictuosos, lo convierte en el primer responsable de que estos se sigan dando.

Ciudad Juárez, Chihuahua. Febrero 19 del 2008.

José Luís Elías García.
El Hombre de La Mancha.

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